lunes, noviembre 30, 2009

PINK FLOYD "THE WALL"


Recuerdo que desde mis primeros años de vida, escuchaba rock gracias a la influencia de mi padre; Doors, Led Zepellin, Beatles, Queen, Caifanes, Maldita Vecindad, etc. Pero había una banda en particular que llamaba mucho mi atención: PINK FLOYD. Es difícil explicar el porqué me atraía el disco de The Wall (el único que conocía en ese entonces), tal vez haya sido por los samples de diálogos y sonidos bélicos, además de que veía demasiado la película.

Recreaba la guerra con mis juguetes y escenificaba el inicio de la película donde el padre de Pink es sorprendido por una bomba justo en el momento en que llama para pedir refuerzos, creía que se trataba de la guerra de Vietnam y que eran soldados americanos, (ahora ya conozco lo que en realidad pasaba por la cabeza de Waters al momento de componer dicho material). Otro de los puntos que también me gustaban, eran las caricaturas, la del profesor y la madre castradora, los martillos, la pared y el ejército, todas esas imágenes me complementaban la música que oía una y otra vez.

Hago un poco de memoria y recuerdo que ponía los casetes a cada rato para escuchar el álbum, me era como una especie de cuento, había voces, diálogos, sonidos que me hacían pensar que era una historia que alguien me contaba. El riff seco y estridente de In The Flesh? Era como si un día soleado fuera cortado de tajo para que todo se oscurezca y solo pudiera hablar Waters frente a las masas, Thin Ice me hacia imaginar una ciudad devastada, de edificios a medio caer y ladrillos tirados en el suelo, imaginaba mucha destrucción en el lado A del primer casette.

En la película, en la parte donde se musicaliza con el lado B, en particular con Young lust, me hizo a la idea de que las fiestas del rock´n roll son asi: mujeres, excesos, lujuria, vicios, decadencia, todo en un circulo que inicia y termina ahí mismo, hoy caigo en la conclusión de que esa idea no estaba tan errónea.

Dos de las canciones que mas me gustan son Hey You y Confortably Numb, la primer es fría, seca y desesperanzadora, la segunda es como un ligero sopor en el cual el solo de Gilmour es como una aguja que lentamente se abre camino entre la carne enferma para depositar su antídoto, el cual solo hará efecto temporalmente. El último lado es tal vez la parte más teatral de la carrera de Pink Floyd, en donde la desesperación por el estrés y el último aliento por querer salvar lo que queda de su salud mental, hace que derribe el muro que poco a poco construyó a su alrededor y entonces queda expuesto, débil y a la voluntad de lo que el resto del mundo quiera hacer con el.

Al oir este disco y compararlo con materiales de otros artistas o incluso de los mismos Pink Floyd me doy cuenta de que posiblemente no sea el mejor trabajo pero lo que significó en aquel momento es lo que lo pone dentro de los conteos de lo mejor a lo largo de la historia de la música. A treinta años de que el disco salió a la venta trato de pensar en lo que significa; una década marcada con ese sonido, bandas influenciadas, mercadotecnia, peleas legales, giras mundiales y la adopción de una obra en el subconsciente personal que marca de una manera u otra la forma de pensar y actuar las diversas situaciones a las que nos enfrentamos.

Si trato de recordar mi infancia irremediablemente está la música y la película de The Wall, una obra que descubrí a mis escasos cinco años de edad y que de la cual me ha servido como punto de partida para mi acercamiento a este arte descarriado conocido como rock.

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